Más de 10 años en línea

Terminando el año me doy cuenta de que el pasado 28 de abril este blog cumplió 10 años. Evidentemente, no soy muy de soplar velitas y celebrar aniversarios.

Comencé este espacio sobre todo con la idea que expresa su subtítulo, las relacciones entre el III Reich y la Wehrmacht. Por entonces, aún estaba muy extendida la idea de que las fuerzas armadas alemanas, salvo contadas excepciones, no habían tenido nada que ver con los crímenes perpetrados por el régimen nacionalsocialista. Que eran completamente apolíticas, limpísimas y honorables. Mi intención sobre todo, era difundir la lectura de fuentes originales, pero siempre han tenido más audiencia mis textos que no las palabras de Manstein, Reichenau, Blaskowitz, Himmler, Heydrich… sólo Hitler me disputa el liderazgo, dentro de mi propio blog. :-D

Búsqueda del mismo día en que se escribe esta entrada, 17-12-17. Y eso que Google había «arreglado» su algoritmo.  Lo cual me parece bien: son los usuarios de Internet los que llevan a este resultado, que ni siquiera asegura la idoneidad de los tres primeros. Google no es culpable de nada.

En definitiva, estos 10 años se me han pasado volando. El mayor problema de este espacio ha sido mi falta de regularidad, pues aquí detrás no hay un «equipo de espertos judíos», y tampoco lo mantienen el oro de Moscú, ni el de Tel Aviv, sino mis ganas y mi tiempo libre.

En inglés más o menos pasa lo mismo.

No deja de resultar curioso que, por ejemplo, haya varias bitácoras antinegacionistas en portugués. Pero en español apenas tuve un compañero mexicano, que abandonó hace nueve años. Quizás sea por la influencia del increíble Roberto, también parte de Holocaust Controversies. Tan torpe soy en esto de las redes sociales, que no les he descubierto hasta hace poco.

Aparte, ahí sigue estando Nizkor, con algunas partes en español, incluyendo la sentencia del ahora cinematográfico juicio Irving contra Lipstadt & Penguin, y una estructura digamos que peculiar, pues su origen son las prehistóricas News de Usenet. No deja de ser triste que las polémicas que en su día se solventaron allí sigan vivas hoy día en español. Leuchter, por ejemplo, hace años que ha sido olvidado en el ámbito internacional, como mucho se menciona como «precursor». Pero en español da lo mismo.  He comprobado, muchas veces, que los enlaces a su demolición técnica y científica en Nizkor, son sistemáticamente ignorados.

Recuerdo las primeras búsquedas que realicé sobre la segunda guerra mundial en internet, en los tiempos de los módems y buscadores como Yahoo o Altavista. El 90 % era material que negaba el holocausto. Llegaron los algoritmos, y Google, pero quitando «arreglos a mano», el panorama sigue siendo terrible. A nivel internet, que para muchos jóvenes es el único que existe, el holocausto nunca existió, y no es más que una mentira de «los judíos» o «el sistema», no se sabe muy bien para qué. Pero que funciona de maravilla para justificar el racismo y la xenofobia, disfrazada de rebeldía antisistema.

La política de negar la negación me temo que no tiene mucho éxito en un sitio abierto como internet. El problema que ahora parece que está de moda respecto a las noticias falsas, la postverdad, hace muchos años que lo sufrimos los aficionados a la historia de la segunda guerra mundial. Por ejemplo, la página web de la Casa-museo de Ana Frank tenía, aun escondida, una sección de preguntas y respuestas sobre las «dudas» que despierta la autoría de su diario. Se suprimió, supongo que para no dar reconocimiento a los negadores. Ahora en los foros de internet,  ya ni se discute. El resultado es que hay miles de páginas que niegan la autenticidad del diario, y ninguna que discuta esta cuestión. Ergo, es verdad que el diario de Ana Frank es una falsificación. No es más que una historia victimista para sacar cuartos, una colección de mentiras, una introducción de la mayor del holocausto. Hay literalmente miles de páginas que dicen lo mismo, y ninguna que los contradiga. ¿Cómo va a ser mentira?

—Actualización 19-12-17: finalmente he encontrado la página web, ahora PDF, sobre las acusaciones de falsificación, de la web oficial de Ana Frank.

En español el nivel del debate es realmente bajo, no hay más que ver muchos de los comentarios (aprobados) de este blog. Algún día haré una entrada sobre los no aprobados. Ignoro qué satisfacción proporciona copiar y pegar textos de otros para iniciar una discusión anónima en internet, o para tener una web o un blog del que sólo conocen su autoría tres colegas. Pero el resultado es que, por un lado, hay un montón de páginas web, y de espacios en Facebook, y de tuiteros, que niegan el holocausto. Y enfrente no hay nadie. El común de los mortales conoce el holocausto gracias a los medios de comunicación, películas y novelas, y no tiene los conocimientos especializados necesarios como para ver las falacias, trampas y simples mentiras de muchas piezas revisionistas. Un ejemplo, el famoso vídeo de David Cole sobre Auschwitz. Lo cierto es que nadie se molesta en verlo, simplemente dicen que el doctor Piper dice cosas que nunca dijo, aparte de darle el título de “Director de los Archivos de Auschwitz en el Museo Estatal de Auschwitz” y otras tonterías más. Y como nadie se molesta en visionarlo, pues tan panchos.

La negación del holocausto podría no ser más que una manía inofensiva, como dudar si existió realmente Napoleón, o si la Tierra es plana o redonda. Pero no lo es. Muchas veces no es más que el primer paso hacia la justificación del racismo y el antisemitismo, y hacia el paquete completo de hacer de la ideología nacionalsocialista algo «respetable».

Que se cambien «a mano» los algoritmos de los buscadores puede esconder cuáles son los primeros resultados reales de muchas búsquedas, pero no impiden su difusión. Sencillamente, se niega lo evidente, lo que le salta a la cara a cualquier usuario de internet cada vez que busca un dato sobre esta materia. Centenares, incluso miles de espacios, textos, imágenes, que dicen que no hubo un holocausto, que los supervivientes y los testigos, incluso los verdugos mienten. Ahora, además, está en boga la variante conspiparanoica, escondiendo el aspecto neonazi, incluso, el antisemitismo, disfrazado de «antisionismo».

Lo del holocausto, en realidad, se trata de una conspiración para dominar el mundo, de la que sólo yo y unos pocos nos damos cuenta. Y del activismo en internet, se pasa a la militancia en el mundo real.

Andar retocando Google (o Bing, o cualquier buscador) es el equivalente a poner a más gente a gritar que el emperador está vestido. No hay ningún problema. Nada tiene que ver con la próxima agresión a emigrantes o indigentes. Nada tiene que ver, circulen, circulen.

El contenido que hay en internet sobre el holocausto impide que exista el negacionismo. Sencillamente ignorándolo ya no existe. Ni crece.  Y el traje del emperador es maravilloso. (ilustración de  Vilhelm Pedersen).

¿Por qué ha existido, y seguirá existiendo este blog?

Porque incluso los neonazis más convencidos de vez en cuando dudan. La negación del holocausto es un artículo de fe en su ideario. Su mito fundacional, el primer paso a la hora de salir a apalear a cualquiera que les parezca adecuado odiar. Y no se cura con sitios oficiales y de divulgación sobre el holocausto. Es necesario cierto conocimiento sobre la historiografía para ver de dónde sacan los negadores sus contenidos, y desentrañar sus mentiras.

Sean ustedes bienvenidos a esta su lobera.