el informe de Mors II. El desarrollo del rescate de Mussolini

(continúa esta entrada anterior)

A las 23,30 del 11 de septiembre, transmitidas las últimas órdenes, me presenté al general para recibir sucesivas instrucciones. Durante esta reunión de casi tres cuartos de hora, de tú a tú, Student me confirmó de nuevo mi absoluta libertad de acción, la completa subordinación de Skorzeny a mis órdenes y la de los hombres de las SS al teniente Von Berlepsch. En aquella ocasión fue cuando el general me informó que Skorzeny acompañaría al Duce al Gran Cuartel General de Adolf Hitler. Esto me pareció muy comprensible, pues el capitán de las SS debiera volver a Alemania. Además, Mussolini no podía volar de modo alguno sin ir acompañado. Igualmente, tal solución evitaba destacar un oficial de nuestra fuerza para esa misión.

Fueron, pues, nuestra ignorancia y nuestra credulidad las que, unidas a consideraciones puramente prácticas, dieron a Skorzeny la oportunidad de anunciar veinticuatro horas más tarde por la radio: ‘¡He liberado a Mussolini!’.

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Skorzeny ha mentido; a Mussolini lo he liberado yo

Lo que sigue es transcripción de La seconda guerra mondiale, de Arrigo Petacco, que ya hemos citado varias veces y cuya ficha bibliográfica figura al final de la entrada. Los comentarios aclaratorios entre corchetes […] son de este blog.

«Aunque todos los historiadores están  ya de acuerdo en atribuir a Otto Skorzeny la empresa del Gran Sasso, en realidad las cosas marcharon de manera un tanto diferente. Nos encontramos en disposición de ofrecer por primera vez el testimonio del hombre que organizó y dirigió la acción que llevó a la liberación del Duce, es decir, el coronel de paracaidistas Harald Mors. Este oficial escribió el siguiente informe poco después de acabar la guerra y lo entregó a los servicios secretos americanos. Como sabemos, este documento no logró deshacer una leyenda que ya estaba enraizada en la fantasía popular.

La veracidad de este informe ha sido controlada mediante entrevistas a testigos oculares que todavía viven, y las publicamos aparte. Pero he aquí el informe de Harald Mors:

«Me parece que ha llegado el momento de restablecer toda la verdad sobre la jornada del 12 de septiembre de 1943 —la de la liberación de Benito Mussolini—, que tuvo una gran influencia sobre la política y sobre las decisiones militares de los países que se encontraban entonces en conflicto armado.

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«Todo fue una jugada de Goebbels»

Entrevista con Eugen Dollmann, entonces en la embajada alemana de Roma.

– Señor Dollmann, ¿quién descubrió que Mussolini estaba en el Gran Sasso?
– Esto se hizo pronto evidente para nosotros los alemanes destinados en Roma. Puedo así decir con certeza que todas las informaciones sobre traslados de Mussolini de Ponza a la Maddalena, y de la Maddalena a Campo Imperatore, llegaron siempre a través de la oficina de Kappler, que era entonces el attaché de policía de nuestra embajada. Por la oficina de Kappler fue interceptado también el conocido telegrama del Ministerio del Interior que anunciaba que en el Gran Sasso se habían tomado todas las medidas de seguridad. Esta interceptación convenció a Kappler de que Hitler debía de encontrarse en aquella localidad. Fue él, y no Skorzeny, el que dio la alarma. Skorzeny había hecho, indudablemente, un buen trabajo en la Maddalena, pero en lo que respecta al Gran Sasso, la noticia salió de la oficina de Kappler.
– Según usted. ¿quiénes son los verdaderos protagonistas de la liberación de Mussolini? Sigue leyendo

Student sobre la liberación de Mussolini… y Skorzeny

No deja de resultar curioso que en España la figura de Otto Skorzeny siga siendo poco menos que intocable. O más que la figura, el mito creado por el éxito de su propia autobiografía (recientemente reeditada), la biografía que le escribió Charles Whitting (copiando literalmente lo que decía la autobiografía) y el hecho de que residió y murió en España como una entrañable figura popular; forma parte de ese elenco de «famosos internacionales» que la España tardofranquista gustaba en mostrar como ejemplo de lo bien que se vivía aquí, al mismo tiempo que mostraba la hipocresía de las «supuestas democracias» como la alemana o la belga.

En Internet puede encontrarse el testimonio de uno de los fallschirmjäger participantes, A día de hoy (25 de junio de 2007) la wikipedia en alemán y en inglés muestran la versión correcta del asunto (la inglesa se basa en la alemana), mientras que la española sigue impertérrita la autobiografía del austriaco…

No obstante, se ha publicado en español en varias ocasiones, y en obras de gran tirada, cómo Skorzeny se vistió con méritos ajenos para alcanzar la fama en «su» primera operación. De hecho, da bastantes pistas acerca de cómo no estaba en realidad al mando en sus memorias. En la posguerra también protestaron los paracaidistas de la Luftwaffe, a los que las la propaganda de Goebbels había transformado en SS, sin molestarse en disfrazar en las fotos sus uniformes e insignnias. Hay historiadores anglosajones que prefieren dar las dos versiones (James Lucas en Storming Eagles, 1988, pp. 198 y ss.) pero, aparte de los testimonios de los fallchirmjäger, las pistas que proporciona el propio Skorzeny, el simple desarrollo de los hechos e, incluso, el material gráfico de la operación, dan la razón a los paracadistas alemanes. Comenzemos por Kurt Student, generaloberst al mando de todas las tropas paracaidistas.

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