Hitler y la religión (II)

Una de las más tardías disquisiciones sobre la religión y el cristianismo de Hitler, en sus Conversaciones privadas, en la noche del 29 al 30 de noviembre de 1944. Repite la vieja tesis de Burnouf (1876), retomada por H.S. Chamberlain y posteriores antisemitas cristianos, acerca de que Jesús era «ario» y no judío. Conociendo lo que sabemos de sus opiniones sobre el cristianismo, desde  luego, es difícil de entender el predicamento que tiene el hitlerismo entre ciertos católicos ultramontanos. Sigue leyendo

Ocupación alemana en Gdynia

Del mismo libro del Cardenal Hlond

En muchísimas parroquias no existe culto alguno. Los padres bautizan a sus niños. Quedan prohibidos los matrimonios entre polacos. De los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía sólo queda un piadoso recuerdo. No hay modo de practicarlos. La mayoría muere sin sacramentos; se considera muy afortunado quien puede lograr una secreta visita de un sacerdote, durante la noche, para recibir de él la Absolución y la Extremaunción. Todas las Asociaciones católicas y las obras de caridad han sido disueltas. Se puede afirmar de un modo general, que las condiciones religiosas son peores que en país de infieles. La persecución está alcanzando su fin: suprimir completamente la fe.

Damos a continuación algunos detalles que podrán ilustrar este estado de cosas. Consta, sobre todo, que se tiende a suprimir de un modo sistemático e inhumano todo elemento católico de la diócesis. Algunas personas de las más destacadas han sido fusiladas, entre ellas Thomas Komierowski, camarero de Capa y Espada de Su Santidad; el presidente del Tribunal de Gdynia; el director de la Academia de la Marina; el director del puerto. Todos ellos católicos distinguidos.

Todos los propietarios de abolengo han sido expropiados de sus tierras; incluso familias que residían en el país desde hacía siete u ocho siglos. Se ha expropiado también a unos diez mil agricultores, que constituían el núcleo y la base de aquella región. Se ha fusilado o confinado a todos los intelectuales polacos. Un inmenso número de personas, mas de 250.000, fueron despojadas de sus bienes, de sus ropas, de su dinero y, más tarde expulsadas al territorio del «Gobierno General». Esto ocurrió en Gdynia y en otros pueblos del campo. Las deportaciones se hacían en vagones de tren destinados a bestias y bajo un invierno de hielo, a 25 grados bajo cero. Sigue leyendo

Ancianos y huérfanos polacos, expulsados de los asilos


Una de las primeras medidas de la ocupación alemana en Polonia fue la expropiación de bienes eclesiásticos, asilos y orfelinatos, expulsando a los asilados.

La situación económica de la Iglesia en la Archidiócesis de Poznan es análoga a la de la Archidiócesis de Gniezno. Las autoridades alemanas se consideran dueñas  de los bienes eclesiásticos y roban lo que les parece, sin compensación alguna. Su Excelencia Monseñor Dymek vive de la caridad, pues no posee bienes propios ni percibe sueldo alguno. También el clero es sostenido por los fieles. A los sacerdotes encargados de la cura de almas en las parroquias se les ha prohibido la administración de los beneficios y no pueden percibir los intereses de los mismos. En todas partes se han robado cálices, custodias y copones. En algunos distritos se han llevado hasta la cera de las iglesias. Es de temer [que] desaparezcan los objetos de valor de la Catedral, de los archivos y de la biblioteca archidiocesana. Sigue leyendo

“Atrocidades cometidas por los alemanes en Polonia” por el cardenal Hlond

Con fecha de 29 de agosto de 1945 los talleres tipográficos de Ediciones Ariel SL en Barcelona terminan para Mateu Editor en España un libro completamente atípico, aunque en la línea de la recientemente recordada “neutralidad” española en la guerra mundial. Se sigue combatiendo en el Pacífico, e incluso desde marzo el régimen coquetea con declarar la guerra al Japón por los sucesos de Manila. La tirada no fue muy grande, pero aún hoy se encuentra en los puestos de segunda mano o en Internet muy barato, pese a que supera los 60 años. De hecho, es el libro de esta época más barato que he podido encontrar; incluso tratados de electrónica o de teología contemporáneos salen más caros.
El libro se había publicado ya en todo el mundo no dominado por el Eje en 1942, basado en los informes que había difundido la Radio del Vaticano desde enero de 1940. Está firmado por el Primado de Polonia, Cardenal Augusto Hlond (1881-1948 ) (aquí una biografía, desde un punto de vista salesiano), pero a Franco no le ha importado censurar ya en varias ocasiones encíclicas de Pío XI y XII contra el nazismo, había que ser diplomático con el dueño de Europa; sin embargo, ahora Hitler lleva cuatro meses muerto, y el III Reich ha desaparecido. Así que se permite esta publicación, como gesto de buena voluntad hacia los ganadores, y como recordatorio a los irreductibles de las diferencias entre el glorioso Movimiento Nacional de otros fenómenos extranjeros. Además, Hlond ha regresado a Polonia y comienza a oponerse a los soviéticos con el mismo valor con el que se enfrentó a los alemanes.
Aunque no figuran datos de la traducción, lo más seguro es que sea la misma de la edición mexicana de Ediciones Minerva, 1942, aunque con distintos prólogos. Este volumen contiene varios informes recopilados por Hlond para el Vaticano desde el mismo momento de la invasión hasta 1942, además de otros dos, del monseñor Segismundo Kacynski y de la secretaria de Hlond en su destierro en Lourdes, la escritora María Winowska.

II. Poznan [segunda locución en Radio Vaticano, 1940]

[…] Los canónigos Rucinski, Zborowski y Szrybrowski, del Cabildo Metropolitano, han sido encarcelados; Mons. Pradzynski, gravemente enfermo, está bajo la vigilancia militar en su domicilio. Quedan en sus puestos el canónigo Jedwabski, canciller de la Curia arzobispal, y los dos canónigos alemanes Steuer y Paech. De los canónigos de la Colegiara de Santa María Magdalena, sólo se encuentra en libertad del canónigo Zwolski.
La catedral de Poznan, que además sirve de parroquia para una feligresía de 14.000 almas, ha sido clausurada por la Policía a pretexto de que era “baufallig”,(amenazaba ruina). La Gestapo guarda las llaves. Sigue leyendo