Durante esta «acción de transporte» (que no es más que una entre muchas más en las que participaba este batallón) murió una cuarta parte de los judíos transportados, simplemente de hambre, sed, y calor, y sin contar «viejos y débiles» que fueron ejecutados antes de subir al tren. De hecho, para vigilar un tren con 8-9.000 judíos sólo estaba destinado un cabo con nueve hombres, que agotaron la munición que llevaban e incluso la que les fue suministrada adicionalmente por soldados del ejército. Afortunadamente para los verdugos, contaban con la colaboración, no sólo de soldados de la Wehrmacht, sino también del personal ferroviario, desde simples obreros a jefes de estación.
[Continúa de la entrada anterior]
Cuando el tren salió de Kolomyja a las 20:50, tal como estaba previsto, los miembros de la escolta volvieron a sus puestos. El comando de guardia, tal como he estipulado al principio, estaba dividido en dos grupos de cinco hombres, uno en un vagón de pasajeros en la parte delantera y otro en un vagón de pasajeros al final del tren. Debido a la longitud del tren y a su carga total de 8.205 judíos, esta disposición resultó inadecuada. La próxima vez, el cabo J. dispondrá a los guardias a lo largo de todo el tren. Durante todo el viajes los policías tenían que permanecer en los furgones de cola para poder neutralizar los intentos de fuga de los judíos. Al cabo de poco tiempo de viaje, éstos intentaron escaparse por los lados e incluso por el techo de determinados vagones. Casi tuvieron éxito con la estratagema, porque ya cinco estaciones antes de Stanislawów, el cabo J. tuvo que pedir por teléfono al jefe de estación de Stanislawów que preparara tablas y clavos para sellar los vagones dañados tal como requerías las órdenes, y tuvo que solicitar a la guardia de la estación que vigilara el tren. Cuando el tren llegó a Stanislawów, los trabajadores y la guardia de la estación estaban presentes para llevar a cabo las reparaciones necesarias además de tomar el relevo en la vigilancia del tren.