Las operaciones de «reasentamiento» no se hacían en gran secreto, por medio de unidades especializadas de élite. Todos colaboraban en lo que podían, desde los reservistas de la Policía del Orden hasta los trabajadores asignados a las estaciones de ferrocarril. Pasando por la propia policía judía.
7./Pol.24
Lemberg [Lwów]
14 de septiembre de 1942
Para: Comandante de la Policía del Orden
del distrito de Galitzia, Lemberg.Asunto: Reasentamiento judío.
Después de llevar a cabo durante los días 3 y 5 de septiembre las acciones en Skole, Stryj y Jodorow para el reasentamiento de los judíos, en el que participo la Policía del Orden al mando del capitán de la Schutzpolizei Kröpelin, y del que ya se había informado con detalle…
[…]
Al contrario de la experiencia en Stryj, la acción programada para el 7 de septiembre en Kolomyja estaba bien preparada y eso facilitó las cosas a todas las unidades que participaban.
[…]
La carga del tren de transporte se completo sobre las siete de la tarde. Después de que la Policía de Seguridad soltara a unos 1.000 del total de judíos reunidos, 4.769 fueron reasentados. En cada vagón del transporte se cargaron 100 judíos. El calor extremo que predominaba ese día hizo que toda la operación fuera muy complicada y dificultó el transporte enormemente. Después del procedimiento habitual de cerrar con clavos y precintar todos los vagones, el tren de transporte se puso en marcha hacia Belzec sobre las nueve de la noche con una escolta de un oficial y nueve soldados. Con la llegada de la profunda oscuridad de la noche, muchos del los judíos escaparon metiéndose por los agujeros de ventilación después de sacar el alambre de espino. Como la escolta pudo dispararles a muchos de ellos de inmediato, gran parte de los judíos que se dieron a la fuga fueron eliminados esa misma noche o al día siguiente por la guardia del ferrocarril u otras unidades policiales. Se entregó el transporte en Belzec sin incidentes notables, aunque dada la longitud del tren y la intensa oscuridad, la escolta había resultado ser demasiado débil, tal como pudo informarme personalmente el 11 de septiembre el comandante de la guardia del transporte de la sexta compañía del Regimiento de Policía 24, que volvió directamente a Stanilawów.
El 8 de septiembre fueron ejecutados unos 300 judíos (los viejos y los débiles, enfermos, endebles y que ya no podían ser deportados). Según la orden del 4 de septiembre, de la que fui informado por primera vez el día 6, sobre el uso de munición, el 90 por ciento de ellos fueron ejecutados con carabinas y rifles. Sólo se utilizaron las pistolas en casos excepcionales.
[Siguen más relaciones a acciones en más pueblos los días 8 y 10]
Durante las acciones que tuvieron lugar en la zona de los alrededores de Kolomyja los días 8 y 10 de septiembre, algunos judíos tuvieron que ser eliminados a tiros por las razones que ya se conocen.
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La policía judía (Ordnungdienst) y miembros del personal de Kolomyja para la construcción de la estación de tren estuvieron ocupados hasta caer la noche en cerrar todos los vagones que no estaban suficientemente sellados de la manera reglamentaria habitual. Se designó un comando formado por un oficial y 50 soldados liderados por el capitán Zitzmann para vigilar hasta que partiera el tren de deportación de 50 vagones que estaba estacionado y de evitar cualquier intento de huída. Dada la presión sobre los judíos ya descrita, el efecto negativo del calor y la gran sobrecarga de la mayoría de los vagones, los judíos intentaron escapar una y otra vez de los vagones del tren estacionado, cuando ya había empezado a hacerse de noche alrededor de las 19.30. A las 19.50, el comando de guardia del tren, con nueve hombres bajo las órdenes del cabo Jäcklein, llegó a la vía secundaria. Debido a la oscuridad no se pudieron evitar los intentos de huída del tren estacionado ni se pudo disparar a los judíos que se escapaban. En todos los vagones, los judíos se habían desnudado por completo a causa del calor.
[Continuará]
Browning, Christopher R.: Aquellos hombres grises. El Batallón 101 y la Solución Final en Polonia (Ordinary Men, 1992, 1998. Traducción de Montse Batista). Ed. Edhasa, Barcelona 2002. pg. 79-81
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