Robert Faurisson muere a los 89 años

¿Y quién es este señor? pues uno de los negacionistas del holocausto más importantes… en sus años mozos, y en francés. Continuador de las doctrinas de Rassinier, alcanzó notoriedad en los años 80 y 90 del pasado siglo, si bien como el resto de «revisionismo» francés, su argumentación era más literaria y ensayística que no en forma de pseudohistoria. Prueba de ello es que hasta este momento no había aparecido en este blog, ni lo había citado como autoridad alguno de los comentaristas que amablemente intentan convencerme de sus reveladoras tesis. De todas formas, su importancia en el ámbito de la lengua francesa no tiene por qué ser minimizado. Prueba de ello es la multitud de medios que se hacen eco de la noticia, mientras nadie (yo incluido) dio cuenta de la muerte de Salvador Borrego (enero de 2018) o la de Ernst Zündel (¡agosto 2017!). No se enteró, y no le importó a nadie.

El mayor logro de Faurisson, desde el punto de vista de sus seguidores, quizás sea la difusión de la idea de la falsedad del diario de Anna Frank, aunque a la postre no ha conseguido ningún menoscabo en su figura. Todo lo contrario, ha dado impulso a más investigación sobre su vida y obra, incluyendo nuevas ediciones, obras de divulgación, e incluso la de la edición del facsímil del diario.

He intentado, como hace Borges en «Los teólogos», buscar algo, alguna obra, algo positivo que redima su condición de ser humano. Sus libros no han sido nunca publicados en español, pero Faurisson motivó la traducción del único tomo dedicado a combatir el revisionismo en español, Los asesinos de la memoria, de Pierre Vidal-Naquet. También consiguió que quien fuera su seguidor y ayudante, Jean-Claude Pressac, llegara a ser el mayor de sus críticos. Pressac se convirtió en uno de los mayores expertos en los métodos de exterminio nazi, desechando las tesis y métodos de Faurisson, más pensados para defenderse en los juicios en los que estaba envuelto, que en descubrir la verdad.