Obviamente, el objetivo final de nuestra política está claro para todos nosotros

29 de abril de 1937, reunión de Gauleiters (líderes de distrito del partido) en el Ordensburg Vogelsang (escuela de élite para jóvenes del partido) cerca de la frontera con Bélgica y Países Bajos. El discurso de Hitler es el único entre 1933-39 (dentro de los que se han conservado, y además en grabación sonora) en el que se permite ser directamente antisemita, sin delegar esta función en otro miembro del Gobierno. Pero no es sólo que esté haciendo un discurso sólo para sus más fieles camaradas. Está un poco enfadado, pues un periódico local del partido había publicado un artículo con algo parecido a un reproche: «Exigimos que se marquen las tiendas judías».  El caso es que se «habían marcado» a los tres meses de estar los nazis en el poder (abril de 1933), pero no fue un boicot oficial, sólo de las SA. Desde las leyes «de Ciudadanía del Reich», «para la Protección de la Sangre y el Honor de los Alemanes», y «de protección de la raza» de septiembre de 1935 el acoso a la población judía ha disminuido por las presiones internacionales. En los Juegos olímpicos de Berlín (agosto 1936) incluso se ha permitido competir a la esgrimista de origen judío Helene Mayer. Y los fieles se impacientan.

Hitler quería tener «unas palabras» con «el compañero» que había publicado eso de «Exigimos que se marquen las tiendas judías»:

¿Qué significa eso de «exigimos»? ¿Quién está capacitado para exigir? ¿Quién puede dar esa orden? ¡Sólo yo! De modo que ese caballero, el director [del periódico], me exige en nombre de sus lectores que lo haga. En primer lugar quisiera decir que mucho antes de que ese caballero tuviera la menor idea de la cuestión judía, yo ya la había estudiado con todo detalle; en segundo lugar, este problema de la identificación específica de los negocios judíos llevamos considerándolo dos años, tres, y algún día, naturalmente, se resolverá de una forma u otra. Y dejadme que añada algo más: obviamente, el objetivo final de nuestra política está claro para todos nosotros.

Para mí, lo más importante es no dar ningún paso hacia adelante del cual tenga que retractarme ni que pueda causarnos daño. Sabéis que siempre me muevo dentro del límite más extremo de lo que se puede arriesgar, pero nunca voy más allá de ese límite. Uno debe tener un olfato lo bastante sensible para decirse: ¿qué más puedo hacer? ¿Qué es  lo que no puedo hacer? [Risas y aplausos].

Mi objetivo inmediato no es forzar al combate a ningún enemigo. No digo «combate» porque quiera luchar, sino porque «¡Quiero aniquilarte!». Y ahora, que logré con mi astucia acorralarte en un rincón de tal modo que no puedas asestarme un solo golpe; ¡entonces te asestaré la puñalada en el corazón! [Aplausos]

¡Y ya está! (Das ist es!) [Aplausos].

Helmut Krausnick y Hildegard von Kotze (Eds). Es Spricht der Führer: Sieben exemplarische Hitler-Reden, Güttersloh, 1966, pg. 147-48. Citado en Friedländer, Saul: El tercer Reich y los judíos (1933-1939) Los años de la persecución(The Years of Persecution: Nazy Germany and the Jews 1933-1939. Traducción de Ana Herrera). Galaxia Gutenberg- Círculo de Lectores, Barcelona 2009. Pg. 259-260.

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