—En la actualidad ¿qué piensa Manstein de Hitler?
—Aparentemente, con el paso del tiempo Hitler dejó de tener ningún escrúpulo moral. Sin embargo, esto es algo que comprendí más adelante, aunque en su momento no me hice a la idea.
—¿Cuándo empezó a creer que Hitler carecía de escrúpulos morales?
—Cuando terminó la guerra. Cuando tuve noticia de todo lo que había ocurrido. Mi primera visión de la total falta de moralidad por parte de Hitler fue su conducta tras el 30 de julio de 1944, con los subsiguientes juicios, ahorcamientos, etcétera. Y también después, cuando tuve conocimiento de la aniquilación de los judíos.
—Esas aniquilaciones de los judíos habían comenzado antes. ¿Quiere dar a entender que con anterioridad no tuvo conocimiento de todo eso?
—Sé que comenzó mucho antes, posiblemente en 1940 o 1941, pero no lo supe entonces con seguridad. Yo era un militar, estaba pendiente de ganar una guerra.
—¿No sabe nada de las grandes acciones tomadas contra los judíos ya en noviembre de 1938 [se refiere a «la noche de los cristales rotos«].
Ha respondido sin demasiado sentimiento.
—Sí, como no. Todos consideramos que fue algo muy desafortunado, pero lo vimos como una parte de un movimiento revolucionario.
—¿No tiene idea del número de campos de concentración existentes en Alemania?
—En tiempos de paz tuve conocimiento de Oranienburg y Dachau. Recuerdo que un joven del Estado Mayor visitó Orianenburg y luego me contó que había unos doscientos o trescientos hombres internados, pero que los internos eran en su mayoría criminales de profesión, a los que se había sumado una pequeña parte de presos políticos. Este oficial que estaba a mis órdenes también me dijo que la los internos se les trataba correctamente. Aquello fue en 1939, quizá antes. A lo largo de la guerra, no obstante, estuve en todo momento en el frente, y nunca volví a saber nada de los campos de concentración, de las atrocidades ni de asuntos que no me concernían.
—Le he señalado que debía de haber estado al corriente de los Einsatzkommandos y los Einsatzgruppen que intervinieron en Crimea. Manstein parece incomodarse ligeramente, aunque ha conservado la frialdad y la aparente indiferencia.
—El Einsatzgruppe de Ohlendorf [D] se hallaba en mi región. Eso lo supe sólo cuando llegué allí. [Manstein venía de mandar un cuerpo de ejército, donde también actuaba un Einsatzgruppe, el A de Stahlecker]. En calidad de mariscal de campo al frente de todas las actividades de la región que me fue asignada, como es natural tuve noticia de que esos comandos operaban en la zona. Pero se nos dijo entonces que esas formaciones de la SS tenían funciones estrictamente policiales. Hicieran lo que hiciesen, yo nunca lo supe. También estuvieron activos en los territorios controlados por otros ejércitos.
—Si no he entendido mal, entonces Manstein debe estar al tanto de sus actividades.
—Bueno, es posible que ocasionalmente alguien me contase que estaba sucediendo algo que no podía ser bueno; es posible que fuera en torno a septiembre, cuando yo llegué, pero es que mi misión era la de un comandante de ejército, por lo que pasé al mayor parte del tiempo en el frente. Nunca vi en persona, nunca oí de manera fidedigna nada acerca de los asesinatos en masa de los judíos a que procedieron los Einsatzkommandos. Tales organizaciones no se hallaban sujetas a mi control; en realidad, nada podía yo hacer al respecto.
Cuando se hizo esta entrevista, en junio de 1946, Manstein era el principal organizador de la defensa del Estado Mayor en los procesos de Nuremberg. Poco después, cuando un tribunal británico lo juzgó por separado, salieron a la luz pública algunas de sus órdenes. En especial la del 20 de noviembre de 1941, en la que proclamaba que «[el soldado alemán] avanza como portador de una concepción racial y como vengador de todas las atrocidades que se han cometido contra él y contra el pueblo alemán» y le pide que «debe demostrar que comprende la severa expiación que corresponde al judaísmo, el portador espiritual del terror bolchevique».
Más contenido sobre Manstein y Barbarroja.
Goldensohn, Leon: Las entrevistas de Nuremberg. Edición e introducción de Robert Gellately (The Nuremberg Interviews, 2004) Traducción de T. Carretero, A. Diego Rodríguez y M. Martínez-Lange. Editorial Taurus, Madrid 2004. pp. 437-438.
Todos dicen lo mismo para exculparse, nadie sabía nada en Alemania, durante el gobierno nazi ni durante el exterminio de judíos, gitanos, religiosos cristianos , alemanes con problemas de salud etc a pesar de tener la verdad ante sus ojos cotidianamente.
No nos sigamos engañando, pero no olvidemos tampoco, un poco de humanidad, de amor al prójimo, de tolerancia y de comprensión a las diferencias humanas haría de este un mejor mundo, si aprendemos la lección devastadora del nazismo y de los que no quisieron ver
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Facilísimo hechar la culpa a otro y decir , yo era militar, tenía que obedecer, eso era así en ese tiempo, usted no vivió en esa época y otra sarta de pretextos. Hitler fue un ignorante, un asesino, un loco y un demonio. Los que lo siguieron fueron iguales pues no distinguieron a otras etnias o grupos religiosos,se sintieron arios superiores y se dispusieron a destruir y a esclavizar a quienes no lo fueran, cuando el mínimo sentido común le indica a una persona promedio que matar, desposeer, esclavisar y atormentar a otros seres humanos va contra el derecho natural y que NO EXISTE LA OBEDIENCIA DEBIDA cuando se trata de obedecer órdenes que implican asesinar, robar, anular y masacrar a personas, familias y pueblos enteros. Alemania, Hitler y sus secuaces no tenían razón alguna para iniciar una nueva guerra para vengar injusticias de la Gran Guerra, porque fue Alemania la que provocó esa primera guerra mundial y fue bien castigada por provocar semejante catástrofe. Son más locos los que luego de todo el horror que provocó este pueblo alemán siguiendo a locos y desquiciados, pretenden hoy en día ignorar los crímenes de los nazis, contra judíos, gitanos,polacos, rusos, checos, griegos , enfermos mentales, disminuidos intelectuales, enfermos incurables y un larguísimo etc. NUNCA SERAN perdonados, y los actuales alemanes, deben tener muy clara la conciencia de quienes, cómo y por qué llevaron al mundo a una destrucción bárbara y irracional , porque el que ignora la experiencia de los pueblos vuelve a incurrir en los mismos errores.
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Gracias por tus comentarios, Iris. Un cordial saludo.
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